Armonía y responsabilidad compartida.
En contraposición
De la desconexión social,
de que resultamos invisibles unos a otros
y mis aves libre de prejuicios y roles sociales,
y su compañía sin condición.
Caminar es eso,
es mi rito de reencuentro con lo esencial:
con mi cuerpo,
con mi propia respiración,
con la mirada de mis vecinos
y el agradecimiento de mis aves
y sus gestos de confianza y compañía.
Después de este mediodía
he salido a caminar.
Antes trotaba;
mis rodillas me lo permitían.
En todo el camino,
mis aves me acompañan.
Paso caminando junto a personas:
se hacen a un lado,
me ignoran
o me desconocen.
Paso caminando al lado de aves,
entre las aves,
y no se mueven:
quieren estar a mi lado.
Y un hornero primero
y una paloma blanca después
se ponen delante de mí,
y debo detenerme.
Detenido,
se acercan hasta mis pies
y, con sus picos,
me los besan.
Y yo les digo:
“¡Gracias!
No tenían que hacerlo.”
Esto ocurrió exactamente a las
14:20 h.
El hornero, siempre tan bien vestido,
con su pareja de vida
acompañándolo.
La paloma,
blanca al punto de encandilar la vista,
¡y grande, muy grande!
Blanca al punto de encandilar la vista